lunes, 29 de agosto de 2011

LA SOLITUDE, de BARBARA


La encontré un día ante mi puerta
una noche que volvía a casa.
No me deja ni a sol ni a sombra.
Ha vuelto, está aquí.
La que se nutre de amores muertos
me ha seguido los pasos.
La muy zorra, que se la lleven los demonios.
Ha vuelto, está aquí.

Con su hocico de cuaresma,
sus grandes ojeras,
nos deja el corazón para el arrastre,
nos hace llorar el corazón.
Pálidas nos deja las manos,
largas y desoladas noches,
la muy zorra. Nos enfriaría
como invierno súbito en mitad del verano.

Con tu triste vestido de muaré,
tus cabellos despeinados,
eres la mismísima desesperación.
No es nada agradable mirarte.
Llévate a otro sitio
tu triste rictus de aburrimiento.
No me gusta la desgracia.
Vete y déjame en paz.

Quiero contonear mis caderas,
emborracharme de primavera,
Permitirme en las noches en vela
un corazón que lata palpitante.
Antes de que llegue la hora pálida
con mi último aliento
quiero decir “te quiero”,
quiero morir de amor.

Me dice: “Ábreme la puerta.
Te he seguido los pasos.
Sé que tus amores han muerto.
He vuelto, estoy aquí.
Te recitaron sus poemas,
tus caballeros, tus hermosos muchachos,
tus falsos Rimbaud, tus falsos Verlaine.
Y ahora, todo se ha acabado.”

Desde entonces, paso las noches en vela,
la llevo colgada al cuello,
se enrosca en mis caderas,
cae de rodillas,
no me deja ni a sol ni a sombra,
me sigue los pasos.
Me espera ante mi puerta.
Ha vuelto. Está aquí.
La soledad, la soledad.


(Traducción: Alfonso Salazar)

miércoles, 24 de agosto de 2011

BARBARA. JACQUES PRÉVERT

Acuérdate, Barbara,
Llovía sin cesar en Brest aquel día
Y te encaminabas sonriente
espléndida encantada empapada
bajo la lluvia

Acuérdate, Barbara
Llovía sin cesar en Brest
Y contigo me crucé en la calle de Siam
Tú sonreías
y yo te sonreía

Acuérdate Barbara
Tú a quien yo no conocía
Tú que no me conocías
Acuérdate
Acuérdate aún de aquel día
No lo olvides

Un hombre se resguardaba en un soportal
Y gritó tu nombre
Barbara
Corriste hacia él bajo la lluvia
Empapada encantada espléndida
Y te arrojaste en sus brazos

Acuérdate Barbara
Y no te enfades si te tuteo
Hablo de tú a quienes amo
Aunque los haya visto una sola vez
Hablo de tú a todos los que se aman
Aunque no los conozca

Acuérdate Barbara
No olvides
Aquella lluvia sabia y feliz
en tu rostro feliz
En aquella ciudad feliz
Esa lluvia sobre el mar
Sobre el arsenal
Sobre el barco de Ouessant

Oh Barbara
Qué gilipollez la guerra
Qué habrá sido de ti
Bajo esta lluvia de hierro
De fuego de acero de sangre
Y aquel que te estrechaba en sus brazos
Cariñosamente
Estará muerto desaparecido o quizá viva

Oh Bárbara
Llueve sin cesar en Brest
Como llovía antes
Pero no es lo mismo y todo se echa a perder
Es una lluvia de terrible luto y desolación
Ni siquiera es una tormenta
De hierro de acero de sangre

Son simplemente nubes
Que revientan como perros
Unos perros que desaparecen
Bajo la corriente de Brest
Y se pudrirán lejos
A lo lejos muy lejos de Brest
Donde ya no queda nada

Jacques Prévert (Paroles, 1946). Traducción de Alfonso Salazar


(ORIGINAL FRANCÉS)

sábado, 20 de agosto de 2011

EL GAMBERRO REMI GAILLARD



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jueves, 18 de agosto de 2011

LA MILITANCIA ANTILAICA DE LA IGLESIA, por VICENÇ NAVARRO

El máximo dirigente de la Iglesia católica, Benedicto XVI, ha denunciado en repetidas ocasiones lo que él ha definido como “el laicismo militante” que supuestamente existe en España, semejante –según él– al ocurrido durante los años treinta en este país. De estas y otras declaraciones se deduce que percibe esta militancia laica como una amenaza para la Iglesia (traducida en un anticlericalismo) y también para la sociedad, pues representa una intolerancia hacia la religión católica impropia en una sociedad democrática, donde todas las religiones deberían respetarse, con especial consideración a la católica –tal y como reconoce la Constitución de 1978–, que es a la que supuestamente pertenece la mayoría de la población española. (seguir leyendo en Público)