viernes, 9 de diciembre de 2016

LO QUE SIGNIFICA TU NOMBRE

Lo que significa tu nombre.
Víctor Miguel Gallardo
Esdrújula, 2016

LEER EN LOS DIABLOS AZULES



Hay una tendencia en la literatura que arrancó con Philip K. Dick y es cautelosa ante los avances tecnológicos. Frente a la ilusión de Asimov y, en cierta manera, Bradbury, la ciencia-ficción se acerca a un pesimismo antropológico que fue inaugurado por Huxley y Orwell. Muchos de los cuentos que encontramos en Lo que significa tu nombre, de Víctor Miguel Gallardo (Esdrújula Ediciones 2016) entroncan en esa tendencia, que como reciente corriente filosófica y artística se denomina en castellano “concernismo” (del inglés, “concern”, preocupación) y se acerca a los planteamientos de los futuros cercanos o los presentes inmediatos en tanto la relación de la sociedad y el ser humano con la tecnología puede ser desastrosa e incontrolada. Puede considerarse un subgénero de la ciencia-ficción, del futurismo, inserto en la distopía, o no. Depende del empeño. Ustedes lo reconocerán en la serie Black mirror, en Utopía o The Walking Dead, pero es sobre todo, y avant la lettre, el legado de relatos de K. Dick los que soportarían cualquier examen.

Víctor M. Gallardo fue presidente de la Asociación Española de Fantasía, Ciencia Ficción y Terror, y el cargo, marca. Pero Lo que significa tu nombre no es solo un paseo por las variedades de la ciencia-ficción, ese oxímoron que tanto nos gusta. En este libro, el autor y editor, hace limpieza de los textos pasados, los fija, para abrir un nuevo ciclo, no sabemos si más o menos alejado del carácter de los relatos que componen este libro, ni siquiera nos atreveríamos a aventurar si persistirá en el mismo género o abrirá sus proyectos a la poesía, como ha hecho en un pasado cercano, o a la novela y el ensayo, lo que no sería una sorpresa.

Como Lo que significa tu nombre viene a empaquetar lo hecho, tiene tono de miscelánea y agrupa algunos textos publicados –prácticamente en la última década- y una buena cantidad de inéditos. Hice referencia al inicio a la preocupación tecnológica porque varios de los relatos se fijan en un probable cambio de paradigma en la sociedad humana, épocas de bonanza que son barridas por el dolor y la guerra. La condición de historiador del autor provoca una mirada realista, más que desalentada, hacia inexorables ciclos vitales. Más allá de esa preocupación tecnológica, en el libro destacan dos líneas de relato: unos sencillos, que tratan desde lo cotidiano, con una mirada pausada y extrañada. Otros, que abundan en hechos históricos, en la historia que pudo ser y no fue y en las guerras que pueden ser y no son. En algunos de ellos reluce una actualización de las relaciones sociales, a veces irremisiblemente dispuestas al fracaso, y en casi todos, una línea de amabilidad, incluso humorística, que viene a defender la necesidad de la validez del relato por sí mismo, más allá del cada vez más habitual final brillante y sorprendente que bordea el chiste, sobre todo cuando de microrrelato se trata. Si queremos la sonrisa, sáquela desde el principio.

Soldados por los barrancos de las sierras penibéticas, nazis que descansan en Donosti durante la II Guerra Mundial, amores tapiados, ciudades vacías, sexo en el bar, estaciones fantasmas, gente con suerte que se libra en el último momento de la matanza, fuerzas vivas del pueblo que se enamoran, navajeros, taxistas cleptómanos, camareros asesinos, coreanos en Hiroshima, asesinas por amor. Los personajes que pueblan Lo que significa tu nombre viven un mundo torcido que se empeña en derrotarlos. A veces triunfan. Pocas veces. El elemento de la distopía, a su pesar, pone su ojo sobre la especie humana. Lo que parece ser un amargado aviso es un esfuerzo por la esperanza. Algo llama la atención: no es necesario tramar el futurismo en las calles desoladas de un Nueva York abandonado o un París de steampunk. Lo que llegue también llegará a Pitres en la Alpujarra, a Tarazona o cualquier aldea de la Sierra de Gredos. El autor confiesa que fue el editor Luis G. Prado quien le abrió esa puerta hace unos años. Y lo manifiesta en una conclusión: no está tan lejos en el tiempo ni el espacio lo que puede ocurrir, seríamos nosotros quienes nos enfrentásemos, quienes tendríamos que luchar nuestro futuro. Si acaso llegase el armageddon, también lo haría, indefectiblemente, al desierto de los Monegros y a los barrancos granadinos. Por eso, muchos de los relatos se ubican en una Granada, a veces fantasmagórica, que puede estar a la vuelta de la esquina. Se trataría así de un concernismo cañí. Este recurso manifiesta una contundente apuesta por la glocalización traspuesta a la literatura. Lo global surge de lo local, y viceversa: New York puede ser el centro del mundo, pero la Alpujarra también existe.

Alfonso Salazar

GATO HABITANTE DEL DICCIONARIO, por Isabel