jueves, 30 de julio de 2009

ENTREVISTA EN GRUPO JOLY

Publicada en Diario de Cádiz, Diario de Sevilla, Granada Hoy, Málaga Hoy, por José Abad.
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lunes, 27 de julio de 2009

DETECTIVES EN LA GUANTERA 10: SALANDER Y BLOMKVIST




Escribir sobre Larsson es una tarea que se hace perezosa. En los últimos meses (no años: su primer libro lleva, en castellano, año y poco en las librerías) se ha escrito tanto, incluso en este blog (Detectives en la guantera, 6), que parece casi todo dicho. Para rematar, tenemos incluso versión en cine del primer título, que la crítica no demuele, quizá porque la zarpa de Hollywood anda lenta o no dio el tiempo suficiente para triunfar saltando el océano.

Ya se ha dicho y escrito sobre el patético final del legado de Larsson, sobre su muerte al filo de inicio del éxito, del enorme ciclorama desplegado sobre la podredumbre del Estado del Bienestar… Sobrevuela la trilogía Millenium la posibilidad de una tetralogía, con esa coda sin terminar, con un proyecto de siete pensado desde que en el año 2001, parece ser, empezó Stieg a pasar las noches aficionándose a escribir novela negra, inspirándose en los personajes de Astrid Lindgren (Pippi Calzaslargas Salander y Mikael Kalle Blomqvist).

Las poéticas traducciones de los títulos de sus libros al castellano, otorgándole un hálito del que carece en los originales, se aprecia como una estrategia editorial inapelable. Aunque en la primera entrega cambiasen el incisivo “hombres que odian mujeres” por el lírico y compasivo “hombres que no amaban…” Hay cosas que es mejor no plantear desde el principio, debió pensar Destino, que encargó tan apresuradamente las traducciones –el tirón no podía perderse- que los equipos de traductores cometieron deslices imperdonables que sólo las reediciones podrán dispensar.

Finalizada la lectura de la saga en unos tremendos libros de varios kilos que me han provocado incluso una tendinitis (dos noches, a doce horas cada una, cargando con un libro en cama, es mucho peso), las conclusiones caen por el mismo peso de encuadernación. Es cierto que estamos ante un fenómeno editorial. Cabe preguntarse si se trata de un fenómeno literario. Los efectos no son nada perniciosos. Leerse tres ejemplares de ochocientas páginas, venderlos por kilos, como si se tratase de aquellas antiguas novelas del oeste, ha obligado, sin duda, a que el número de páginas leídas por español al año alcancen un nuevo récord. Eso debería decir la estadística a esa sensación que sobrecoge las librerías reales y virtuales.

Sin embargo, anida al lector un extraño estremecimiento al rematar la trilogía. La primera entrega fue como una tormenta tremenda en el páramo de la literatura. Una historia larga y tan bien trenzada, unos personajes con definición más que digital-HD, un panorama de desolación trazado sobre el mapa feliz de Occidente, un escritor de raza surgido de la nada helada del norte. Una alternativa a Mankell, un nieto de Sjöwall y Wahlöö, bien parecido literariamente, heredero de postín. Una novela, en definitiva, con lo mejor de la novela: agarra del cerebro con fuerza, aprieta las horas de la noche y el día, agota al lector físicamente en ese esfuerzo por no abandonar la trama, cueste lo que cueste, arañando momentos a la ocupación diaria. Es la mejor sintonía que puede ofrecer la literatura: ser feliz en ese secuestro que propone una novela, un Síndrome de Estocolmo (qué acertado al caso) cuya única pesadilla es que termine, que haya que abandonar el zulo de la narrativa.

Lo consiguió a la primera, aunque ciertas jergas informáticas y largos discursos de ingeniería financiera internacional dejasen regusto a ciencia ficción. Consiguió hacerse un hueco en la apretada sala de espera del éxito, donde colocó a Salander la asocial y a Blomkvist –sonriente y apañado, qué buen chico-, con asiento de primera fila, a punto de alcanzar la rampa. La segunda entrega –La chica que jugaba con fuego en el original, ahí se perdió una metáfora para el título en castellano-, mantuvo el tono, aunque comenzó a desvariar en una larga trama de conspiraciones del Estado, de planes secretos ejercidos por pandillas de policías al margen del control democrático, de cómo los psiquiatras venden el juramento hipocrático a cambio de hacer la vida imposible a una niña… Esperábamos que la tercera diese el giro hacia una realidad más cercana, hacia ese regusto que dejó la primera entrega. Pero La reina en el palacio de las corrientes de aire, es una sencilla consecución de la segunda novela -una segunda parte de la segunda parte contratante-, una extensión de la misma trama llevada hasta las últimas y decepcionantes consecuencias.

Dos y Tres forman una sola y la Uno se queda sola, más sola que la una, manteniendo enhiesto el baluarte de la buena novela. Quizá las excepcionales expectativas trazadas en Los hombres que no amaban a las mujeres, haya supuesto una aduana excesiva. Muchos avisaron de que podíamos estar ante un bluf. Yo he caído en ese desaliento. Y con tendinitis.

Novelas de Stieg Larsson

Los hombres que no amaban a las mujeres. Destino, 2008. También en Círculo de Lectores.
La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina. Destino, 2008. También en Círculo de Lectores.
La reina en el palacio de las corrientes de aire. Destino, 2009. También en Círculo de Lectores.

Más sobre Stieg Larsson

La serie Larsson
La Vanguardia, septiembre 2008
Artículo de Lorenzo Silva en El País
Visitar Estocolmo con Larsson, en ABC

Mapa de Millenium, 2

Julio 2009. Alfonso Salazar

domingo, 26 de julio de 2009

YO, POETA DECADENTE, DE MANUEL MACHADO

Yo, poeta decadente,
español del siglo veinte,
que los toros he elogiado,
y cantado
las golfas y el aguardiente…,
y la noche de Madrid,
y los rincones impuros,
y los vicios más oscuros
de estos bisnietos del Cid:
de tanta canallería
harto estar un poco debo;
ya estoy malo, y ya no bebo
lo que han dicho que bebía.

Porque ya
una cosa es la poesía
y otra cosa lo que está
grabado en el alma mía…

Grabado, lugar común.
Alma, palabra gastada.
Mía… No sabemos nada.
Todo es conforme y según.

jueves, 2 de julio de 2009

CANGUELO 0 - TRIPLETE 3

Lo dijo en la presentación de su libro -poca humildad-, el señor Laporta. Podía haberlo dicho más alto, pero no más claro. Hubo una campaña mediática incontestable por parte de la prensa madrileña. Pero no les llevó a ello una afición desmedida por el Real Madrid -ya no nos lo podemos creer- sino porque vender humo, es vender. Por eso vendieron la remontada posible, el cagómetro y el canguelo. En la cuestión del cagómetro no hace falta poner links. Pues fue así de sencillo: 3 de 3. Aunque ahora se lo callen (si el 3 de 3 hubiese sido del Madrid aún estaríamos con la vomitona de las tres copas).
Porque tras el 3 de 3 vinieron Crsitianos y Kakás, alka seltzer del mercato. Pero parece ser que Villa no quiere al Madrid. La lista de asturianos incuestionables con la camiseta blaugrana es gloriosa: Quini, Abelardo, Luis Enrique… y Villa. Seguiría la lógica Gijón-Barcelona. La otra es la de Maceda y un Luis Enrique que se fue por la puerta chica para triunfar por la puerta grande del Barça.
El presidente del Madrid perdió los papeles -dicen que lo de Cristiano Ronaldo estaba apañado por Calderón y costaba más echar para atrás que para adelante. Pero los papeles se los ha recuperado Caja Madrid. Pídale usted a la entidad del oso un crédito en un plis plas. Sin embargo, el presidente Laporta se dedica a abuchear a Florentino con que si te has pasado o has reventado el mercado. Engolosinados andan los medios con tan jugosas declaraciones.
Los medios de comunicación, estimat president son así. Medios, y por tanto compañías mercantiles, puras y duras, sin sentimiento. Aunque se llamen Sport. Venden a quien venden. Y gozan de menos respeto que una revista del corazón.
Otra cosa es los sentimientos, que a veces se dejan en el retrete de un hotel (como Figo). Ojalá Villa no se los deje en el bidé.