sábado, 31 de octubre de 2015

MARIANO

Hace unos días José Sánchez Montes nos invitó a ver un documental sobre el que ha estado trabajando los últimos años, titulado “Mariano Maresca: palabra a palabra”. Allí nos reunimos un grupo de personas, miembros de la familia Maresca y otros, cuyo nexo común y fundamental era y es la amistad o familiaridad con Mariano. Quien no conozca a Mariano Maresca no conoce a una de las instituciones primordiales de la Granada de la transición, un agitador intelectual del fin de siglo veinte y comienzos del veintiuno, un referente en la izquierda menos servil. Es un intelectual en el sentido de aquel que pone su intelecto al servicio de los demás. Durante más de cuatro décadas prestó servicio a la Universidad de Granada, en el Departamento de Filosofía del Derecho, y estuvo en todas las salsas culturales: las revistas Olvidos de Granada y La Fábrica del Sur, la trastienda de la otra sentimentalidad, fue columnista de El País, guionista de cine y televisión, presentador de libros sobresaliente y promotor de tantas y tantas cosas que tuvieron que ver en esta ciudad entre la música, el cine, la literatura y la reflexión. Siempre empuñó el raciocinio, el argumentario moral, la necesidad ineludible de no perder la postura ética, y la lupa brillante de una mirada crítica, competente.

Mariano tuvo hace unos años un ictus. Fue un mes de noviembre como el que se nos anuncia, pero en 2011. Entonces, aquel cerebro que tanto nos había sorprendido –sobre el que los amigos bromeábamos asombrados y llamábamos “disco duro”, pues no había película cuyos datos no pudiera ofrecer con fidelidad, canción cuya génesis desconociese o libro que no pudiese resumir en cuatro frases y con acierto- digo que aquel cerebro sufrió un apagón. Sin embargo, aquellas neuronas estaban acostumbradas a esfuerzos sobrehumanos desde la infancia, y desde el misterio de la neurología emergió la capacidad del ser humano que se sobrepone y comienza desde el principio a volver a andar sobre la palabra.


Palabra a palabra, como titula Sánchez Montes, Mariano Maresca volvió a la senda, pero de otra manera. Él lo define gráficamente como “la vida de antes” frente a la vida de ahora, donde todo es algo más difícil, pero es consciente del triunfo de la voluntad y la vida. Como amigos estábamos sorprendidos con el resultado de sus esfuerzos. Me contaba no hace mucho cómo una noche, de pronto, le llegó la comprensión del pensamiento de Locke, así como un chaparrón, como si unas cuantas neuronas hubiesen enlazado a través de un difícil paso y hubiesen recuperado ese filón de memoria escondido. Todos estamos orgullosos.

Jose ha tenido la paciencia y la visión clara de tomar nota con su cámara de todos esos avances, de montarlos y darles cuerpo, y a pesar de la rebeldía que pueda mostrar el homenajeado ante la crudeza de los ratos pasados y en virtud de su humildad, ha conseguido dejarnos para siempre la memoria de una batalla ganada a favor de la memoria. Gracias.


Alfonso Salazar, a punto de comenzar noviembre.
*La foto corresponde a los créditos del documental.