sábado, 31 de mayo de 2008

DETECTIVES EN LA GUANTERA 03: BERNIE GUNTHER

(Publicado en La Opinión de Granada, Periferia, 7 de junio 2008. Ver en el original)



Philip Kerr (1956), un maestro de la intriga que había utilizado temas tan sugestivos como el asesino en serie de inspiración filosófica en un Londres de un futuro muy cercano (Una investigación filosófica, Anagrama) o la novela médico-futurista (El segundo ángel, Mondadori), inició en 1989 una serie bajo el título Berlín Noir. El tema daba para mucho: protagonista, Bernie (Bernhard) Gunther, detective de medio pelo, ex Kriminalinspektor de la Kriminal Polizei de Berlín, que inicia sus peripecias en el preludio de las Olimpiadas de 1936. Nazis florecientes, judíos que huyen a pre-tiempo, ilusión expansionista en muchos alemanes medios –esas ganas de invadir Polonia al oír Wagner, que diría Woody Allen-, miseria moral, luchas intestinas entre los cuerpos policiales con la GESTAPO y las SS al fondo… Kerr prometió una trilogía que recorría con primoroso tacto histórico tres momentos del auge y caída del Reich de los mil años. Su primera aventura se localizaba en el año 36, cuando jóvenes alemanes cegados por la soberbia y la ambición se decidían a luchar en un cálido país del Sur europeo, España, que serviría de campo de prácticas. Los nazis recién llegados al partido, conversos complacientes, eran llamados Violetas de Marzo. Hermoso nombre para temibles fines. En su segunda entrega, el verano del año 38 presagia el inicio de la guerra. El antisemitismo se ha apoderado de todas las instancias de la sociedad y cualquier desgracia social, el más natural accidente tiene en los judíos a sus responsables y el miedo atroz se condensa en la Noche de los Cristales Rotos. En la entrega final (de aquella trilogía proyectada), el tifón de la guerra ha destruido la jactancia asesina del imperio criminal. Finales del año 47, Berlín de la posguerra, sin honor ni esperanza, sólo estraperlo y vergüenza.

Pero Kerr añadió una más, nunca sabremos si simplemente por interés comercial, porque en realidad Berlín Noir no fue jamás una trilogía (eso decía la editorial) o porque le vino en gana. Y nos felicitamos. Unos por otros, nos muestra a un Gunther dedicado a la gestión de un motel ruinoso cerca de Dachau que retoma su labor de detective en el fuego cruzado de nazis camuflados, americanos complacientes con sus antiguos enemigos, organizaciones secretas que transportan jerifaltes nazis a la Argentina y la lucha entre árabes y judíos que ensaya la guerra fría. Posiblemente el final (haría falta aquí un spoiler) justifique levemente esta conversión de trilogía en tetralogía. O tenga una explicación más poética: tetralogía, como El Anillo de los Nibelungos.

Gunther cuenta todas sus aventuras en primera persona y con cierto tono burlón. Ya dijimos en otra ocasión que los detectives que se precian son ellos y su ciudad. Kerr realiza un exhaustivo repaso del Berlín de la preguerra, de la Viena de la posguerra inmediata (con los mismos efluvios que rodean El Tercer Hombre) y el Munich de 1949. Recorremos las ciudades y los campso alemanes –los de siega de cereal y los de siega humana- siguiendo un íntegro mapa de cafés, museos, callejones de mala muerte, sótanos policiales, chalés, casas de playa, bases norteamericanas y mansiones de aristócratas e industriales que llevan la cruz gamada en la cartera. Kerr tiene esa habilidad de colmarnos como guía sin aburrirnos.

A pesar de su pose de detective clásico norteamericano, rezuma a Marlowe-Bogart muchas veces, Bernhard Gunther es un personaje de su tiempo que refleja las múltiples contradicciones de la sociedad alemana. Resulta especialmente trágica la descripción de la capitulación y sus consecuencias: la miseria de la derrota (ejemplificada en una de sus mujeres, Kirsten, que intercambia felaciones a oficiales norteamericanos por café, mantequilla, leche condensada…), del país derruido, los colilleros y los chivatos, de los en otro tiempo orgullosos edificios convertidos ahora en fantasmales moles ennegrecidas a punto de derrumbarse… y el recuerdo tenebroso de los campos de concentración, los conciudadanos desaparecidos en sospechosas circunstancias -como Inge, uno de sus amoríos-, la podredumbre moral y física que atenazó Alemania –y medio mundo- durante aquellos infelices años.

Las amistades de Gunther, siempre peligrosas, le llevarán a compartir mesa, despachos o reuniones secretas con jefes del Partido Nazi y estrellas emergentes del régimen. Pero ello no le librará de una estancia en Dachau. Nebe, Heydrich, Rahn, Eichmann, figurones y segundones de las SS personifican la maldad y el ansia de poder, el sueño terrible, en fin, de la Alemania nacionalsocialista. El escocés Philip Kerr tiene el alabado gusto de mostrar el asesoramiento histórico de sus novelas en unas notas finales. No es imprescindible: creemos lo que nos cuenta, la honestidad de Gunther nos enseña el camino. Sin embargo, para aquel entusiasta de qué de verdadero hay en las novelas de escenario histórico, quedan satisfechas sus aspiraciones.

Hay otra novela -una joya-, La hora estelar de los asesinos del checo Pavel Kohout (1928), que entronca directamente con la “trilogía” de Philip Kerr. Allí son un decente y joven subinspector de la policía de Praga, Jan Morava y un desengañado oficial alemán, Edwin Buback, quienes se enfrentan a la búsqueda de un asesino en serie en la ciudad del Moldava a punto de caer en poder del Ejército Soviético. Podemos imaginarnos en aquel mismo ambiente a nuestro Bernhard Gunther. No haría mal papel en las manos maestras de Kohaut.

Por cierto, Kerr anuncia una quinta entrega de Berlín Noir. Honremos a las trilogías de más de tres. Estamos de suerte.

(Posteriormente a la publicación de este post sería publicada Una llama misteriosa, en la que el protagonista se exilia a la Argentina pronazi y peronista).
La serie de Bernhard Gunter (Berlín Noir):
Violetas de Marzo, RBA, 2007
Pálido Criminal, RBA, 2007
Réquiem alemán, RBA, 2007
Unos por otros, RBA, 2007
Una llama misteriosa, RBA, 2008
Si los muertos no resucitan, RBA, 2009
Gris de campaña, RBA, 2011

Otras novelas del autor:
Una investigación filosófica, Anagrama, 2002
El segundo ángel, Debolsillo, 2002

Otras novelas con nazis y detectives:
El buen alemán de Joseph Kanon, RBA, 2006
La hora estelar de los asesinos de Pavel Kohout, Alianza Editorial, 2006
Patría de Robert Harris, Debolsillo, 2004
Berlín 1945 de Pierre Frei, RBA 2007

(Junio 2008, Alfonso Salazar. Actualizado, diciembre 2011)

domingo, 25 de mayo de 2008

DETECTIVES EN LA GUANTERA 02: GUIDO BRUNETTI

(Publicado en La Opinión de Granada, Periferia, 24 de mayo 2008. Ver en el original)



Siempre dice un amigo poeta, llegado el mes de octubre, que el otoño es la única estación que se pisa. Es cierto para un tanto por ciento de los territorios del planeta y de nuestros territorios sentimentales. Aunque sea en octubre primavera en Buenos Aires, siempre hay otoño. Pero no todo el otoño se pisa por todo el mundo: en Venecia, el comisario Guido Brunetti, de la questura de la ciudad pisa el otoño por estrechos callejones, pero también ve caer las hojas a las calles acuáticas de la ciudad.

Donna Leon, norteamericana de Nueva Jersey, lleva viviendo más de veinte y pico años en Venecia. Como todo el mundo sabe, en las ciudades míticas, los conversos, aquellos que un día eligieron una ciudad de cromo para vivir, interiorizan más la condición de nativos. Leon eligió Venecia, que suena a Florencia, a Granada, a Samarcanda o Estambul, ciudades repletas de simbolismo, escenarios de caballeros, guerreros y amores imposibles.

La historia de Guido Brunetti empezó en el Teatro La Fenice, que también es un lugar mítico para los amantes de la ópera, como La Scala o el más mundano Metropolitan. No es asunto vano que siempre, siempre, una cita de alguna ópera de Mozart encabece cada novela. A Donna Leon, seguro, le pirra la ópera. Pero no supone eso un deje pijo en sus obras. En ese teatro que el fuego –impresionante combinación en Venecia, fuego y agua- destruyó en el año 1996, apareció por primera vez Brunetti para el mundo de los detectives literarios. Este detalle nos deja el mensaje de la teatralidad, del escenario veneciano en que nos adentraremos.

Venecia es una ciudad que cada vez se parece más a un parque temático. Acorralada por las palomas y los turistas, en sus ciento veinte islas esparcidas por la laguna se agolpan algo menos de trescientos mil habitantes, que habitualmente no tienen carné de conducir. Los coches no flotan. Si te despistas un momento y dejas la puerta de tu apartamento abierta no te sorprenda encontrar a una pareja haciendo fotos desde el balcón de tu salón. Son los riesgos de las ciudades turísticas. Guido Brunetti vive en el corazón de Venecia, en el barrio de San Polo, casado con una rebelde profesora de literatura inglesa enamorada del maestro Henry James, nostálgica sesentayochista, y dos hijos adolescentes. Como no podía ser de otra manera, su suegro es un conde, ese reducto de la aristocracia veneciana que llevó a los leones de San Marcos a dominar el Mediterráneo. La consecuencia es que en un futuro heredará un hermoso Palazzo cercano al puente de la Academia, con vistas al Gran Canal.

Cada mañana el comisario pase por la ciudad camino del trabajo en la questura sita en San Lorenzo. Mercado, Puente de Rialto, Campo de San Bartolomeo, Santa María Formosa. Allí, el fiel Vianello, promovido al fin al ascenso hace siete novelas y la embrujadora signorina Elettra Zorzi son sus leales compañeros: aquel a pie de calle, ésta exploradora audaz de los arcanos que guardan los ordenadores e internet. No todo es felicidad en la questura. El vicequestore Patta y el teniente Scarpa hacen todo lo posible para hacerle la vida toda imposible.

Los asuntos de Brunetti, como buen italiano, tropiezan a menudo con la Mafia (“esos señores del Sur”) y la Iglesia, con la aristocracia veneciana y el tráfico de obras de arte. Pero otros tráficos también, el humano de la prostitución de jóvenes perlas inmigrantes, de travestis, la explotación de la infancia, el arrinconamiento de los viejos. Son condimentos imprescindibles del sur europeo, del norte mediterráneo. Para resolverlos aplica una minuciosa capacidad de observación y una serie de técnicas que se repiten a lo largo de la serie.

Dieciocho novelas dan para viajar mucho. Brunetti no siempre cabalga las aguas de la laguna a bordo de la lancha, atraviesa callejones de orines y gatos o sube por las escaleras rimbombantes de un palacio renacentista. Muchísimos venecianos tuvieron que abandonar la laguna para trasladarse al continente. Mestre y Marghera son otros escenarios recurrentes, sin el glamour de la ciudad antigua. Industrialmente pestilentes, suburbialmente enjaretados, allí residen los otros venecianos, los menos afortunados, los que no tendrán la suerte de heredar el Palazzo Falier, como Brunetti y familia. Su cargo de comisario le hará salir a los alrededores del Véneto: Vicenza, Treviso, Padua, son ciudades recurrentes, como lo son las demás islas de la laguna: San Michele, Lido…

Las novelas con Guido Brunetti pergeñadas por Donna Leon, sin embargo, no constituyen una serie de imágenes idílicas, como un paseo en góndola bajo el Puente de los Suspiros. Un retazo de corruptela, de evocación fascista en la Liga Norte, de casos sepultados bajo la tierra de la omertá, de esquilmación del Estado, fraudes bancarios, privatización de la cosa pública, recorren continuamente las lecturas del aficionado.

La serie, eso sí, tiene la virtud de trasladarnos a la Venecia que esperamos. Allí nos coloca en los breves momentos de lectura que el día nos permite. Admiramos el turístico barrio de San Marcos, aspiramos el hedor de la laguna que ya es agua cristalina, tomamos café corretto, y disfrutamos en casa de Brunetti de tagliatelle con porcini, brioches, una copa de dolcetto, polenta de guarnición, y un chupito de grappa para degustar algún clásico grecorromano.

Cuando el acqua alta, la marea, anega los patios y campos (plazas) de la Venecia más hundida, los turistas ahuecan el ala, como las palomas, ratas del aire. Entonces Brunetti aparece con botas altas de goma y chubasquero para rebuscar en el cadáver las causas de la ruina y la decepción humana. Con él buceamos en esa otra Venecia. La que no está en la postal.


Todas las novelas de Donna Leon de la serie Brunetti están publicadas en España por Seix Barral:
Muerte en la Fenice, (1992)
Muerte en un país extraño (1993)
Vestido para la muerte (1994)
Muerte y juicio (1997)
Acqua alta (1996)
Mientras dormían (1997)
Nobleza obliga (1997)
El peor remedio (1999)
Amigos en las altas esferas (2000)
Un mar de problemas (2001)
Malas artes (2002)
Justicia Uniforme (2003)
Pruebas falsas (2004)
Piedras ensangrentadas (2005)
Veneno de cristal (2006)
Libranos del bien (2007)
La chica de sus sueños (2008)
La otra cara de la verdad (2009)

Recomendadas:
wikipedia; La bitácora del tigre; En profundidad; Grove atlantic; Magazine; Bobila

Mayo 2008, Alfonso Salazar

domingo, 11 de mayo de 2008

DETECTIVES EN LA GUANTERA 01: SALVO MONTALBANO

(Publicado en La Opinión de Granada, Periferia, 10 de mayo 2008. Ver en el original)



Andrea Camilleri (nacido en Porto Emepdocle, 1925) se encuadra en una maravillosa generación de escritores sicilianos. Con él forman una tríada asombrosa el enorme Leonardo Sciascia (1921-1989) y el sorprendente Gesualdo Bufalino (1920-1996). Pero Camilleri, aunque su predilección se centre en los ires y venires de una Sicilia que finalmente tomó el tren de la modernidad (cómo recuerda a Andalucía), no emplea el bisturí de Sciascia ni el vuelo majestuoso de Bufalino. Pero no se los pierdan a ambos, siquiera. Camilleri celebra Sicilia en varios libros interesantes donde recoge el choque del progreso con la isla secularmente atrasada, sometida con toda naturalidad a la Mafia. Pero no son esas joyas (como La Pensión Eva o El Movimiento del Caballo, o su muy merecida, reconocida y deliciosa La concesión del teléfono), sino su serie del inspector (dottore) Montalbano la que nos trae aquí.

Montalbano, nombre de comisario que debe su nombre, valga su redundancia, a nuestro maestro Manuel Vázquez Montalbán, vive entre Vigàta y Montelusa, ficticias denominaciones del propio Porto Empedocle, que vio nacer al autor, y Agrigento, quizá Ragusa. Sus novelas suceden en una cercana época, con móviles, ordenadores, televisiones locales; pero sí, y siempre, amables trattorias con suculentos menús, chachas con reservado acento siciliano, cordiales cafés de media tarde y señores oscuros que dirigen el tejemaneje de la política y la realidad social.

A Pepe Carvalho le salió un duro competidor que hace las delicias de los que siguieron al detective catalá-galego. Montalbano no es Carvalho, sus habilidades culinarias son medianas, aunque su gusto como consumidor gana enteros. Los salmontes de la trattoria de Enzo (antes comía en Calogero), denotan un saborcillo extraordinario, aunque jamás Camilleri nos diga con pelos y señales su receta. Deben ser maravillosos. Pero Montalbano no es todo cocina, como no lo es Carvalho.

A través de la serie conocemos su vida, y agradecemos a los autores que nos muestran al personaje en su ámbito, rodeado de sus seres queridos y odiados. ¿Qué serie de novelas se mantendría con devotos sin esos secundarios imprescindibles? Si Carvalho tiene a Biscuter, Montalbano tiene a Catarella. Un Sancho Panza siciliano indiscutible, quizá no tan implicado en los avatares del Comisario, es cierto, pero logra unas escenas cómicas que firmaría Totó (no Totó Riina, of course). Y anotemos otra coincidencia curiosa, ambos autores nunca escondieron –ni esconden- su militancia comunista. Cocina, comunismo y afección literaria ¿quién da más?

Aquí terminan las similitudes. Porque Carvalho no precisa la comparación y Montalbano no las necesita. Salvo Montalbano es un tipo entrañable y sencillo con el que el lector se asimila fácilmente. Cincuentón actual, obsesionado con la vejez, de relativo éxito con las mujeres, cauto, de gustos simples como tomar un JB en la galería de su casa y disfrutar de los platos que Adelina, la sicliana auténtica que tramita sus quehaceres domésticos, le prepara para su vuelta casa. En Marinella –lugar ficticio también- hay una casita a la orilla del mar en el que el comisario nada muchas mañanas. Inteligente, perspicaz, resignado aunque no tanto, soltero recalcitrante en cuanto a Livia, novia que vive en una ciudad del norte –tanto significa el Norte en la Italia del Sur- de la que parece estar enamorado.

Algo hay de Camilleri que siempre deja en Montalbano. Un tema siempre cruza cada novela que no nos deja indiferente. Puede ser el tráfico de niños, el corte de la droga tanto para la gente de alto standing como para los miserables, los muertos de hace tanto tiempo (¿existe el debate sobre la memoria histórica en Sicilia?), asesinatos en el INSERSO (algo parecido existe en Italia), tristes y infortunadas prostitutas en el mismo nivel que las niñas pijas.

Como los grandes, y dados los antecedentes de Camilleri en cuestiones de TV, Montalbano se convirtió en detective de mediana pantalla, y arrastra sus casos por toda Italia. Con éxito.

Pero tienen ustedes un largo trabajo por delante si se deciden a optar por Montalbano: varias novelas y tres libros de relatos. Rodeado de secundarios impactantes, en Comisaría y fuera de ella, con un mosaico excepcional de la burocracia siciliana, con un velado clímax de las familias mafiosas, con un aroma seductor de pescado recién cocinado, paseos hasta el muelle y unas terribles ganas de ser feliz y reivindicar conducir a veinte kilómetros por hora, y que no sea pecado.

Descubrirán entonces a un escritor que les puede conducir a un encantador ambiente, esa Vigàta mítica, un lugar que revisita el autor, volviendo a sus orígenes, para regodearse en la podredumbre de la posguerra y la dulzura de la vida inocente. Donde no estará Montalbano, pero sí su paisaje. Y disfrutamos. Tanto. Qué ganas dan de estar en Sicilia.

En España estas novelas son habitualmente publicadas por Salamandra. Esta es un listado de las escritas por Camilleri de la serie Montalbano.

1994 - La forma dell´aqua (La forma del agua)1996 - Il ladro di merendine (El ladrón de meriendas)1996 - Il cane di terracotta (El perro de terracota)1997 - La voce del violino (La voz del violín)
2000 - La gita a Tindari (La excursión a Tindari)2001 - L´odore della notte (El olor de la noche)
2003 - Il giro di boa (Un giro decisivo)2004 - La pazienza del ragno (La paciencia de la Araña)2005 - La luna di carta (La Luna de papel)
2006 - La vampa d´agosto (Ardores de agosto)2006 - Le ali della sfinge (Las alas de la esfinge)2007 - La pista di sabbia
2008 - Il campo del vasaio
Previsto 2009 - La danza del gabbiano
Narraciones cortas:
1999 - Un mes con Montalbano
2001 - La nochevieja de Montalbano
2002 - El miedo de Montalbano
2007 - El primer caso de Montalbano

Recomendadas: vespito; negraycriminal; boquitaspintadas

PRÓXIMA ENTREGA: GUIDO BRUNETTI

Mayo 2008, Alfonso Salazar