(Publicado en La Opinión de Granada, Periferia, 7 de junio 2008. Ver en el original)
Philip Kerr (1956), un maestro de la intriga que había utilizado temas tan sugestivos como el asesino en serie de inspiración filosófica en un Londres de un futuro muy cercano (Una investigación filosófica, Anagrama) o la novela médico-futurista (El segundo ángel, Mondadori), inició en 1989 una serie bajo el título Berlín Noir. El tema daba para mucho: protagonista, Bernie (Bernhard) Gunther, detective de medio pelo, ex Kriminalinspektor de la Kriminal Polizei de Berlín, que inicia sus peripecias en el preludio de las Olimpiadas de 1936. Nazis florecientes, judíos que huyen a pre-tiempo, ilusión expansionista en muchos alemanes medios –esas ganas de invadir Polonia al oír Wagner, que diría Woody Allen-, miseria moral, luchas intestinas entre los cuerpos policiales con la GESTAPO y las SS al fondo… Kerr prometió una trilogía que recorría con primoroso tacto histórico tres momentos del auge y caída del Reich de los mil años. Su primera aventura se localizaba en el año 36, cuando jóvenes alemanes cegados por la soberbia y la ambición se decidían a luchar en un cálido país del Sur europeo, España, que serviría de campo de prácticas. Los nazis recién llegados al partido, conversos complacientes, eran llamados Violetas de Marzo. Hermoso nombre para temibles fines. En su segunda entrega, el verano del año 38 presagia el inicio de la guerra. El antisemitismo se ha apoderado de todas las instancias de la sociedad y cualquier desgracia social, el más natural accidente tiene en los judíos a sus responsables y el miedo atroz se condensa en la Noche de los Cristales Rotos. En la entrega final (de aquella trilogía proyectada), el tifón de la guerra ha destruido la jactancia asesina del imperio criminal. Finales del año 47, Berlín de la posguerra, sin honor ni esperanza, sólo estraperlo y vergüenza.
Pero Kerr añadió una más, nunca sabremos si simplemente por interés comercial, porque en realidad Berlín Noir no fue jamás una trilogía (eso decía la editorial) o porque le vino en gana. Y nos felicitamos. Unos por otros, nos muestra a un Gunther dedicado a la gestión de un motel ruinoso cerca de Dachau que retoma su labor de detective en el fuego cruzado de nazis camuflados, americanos complacientes con sus antiguos enemigos, organizaciones secretas que transportan jerifaltes nazis a la Argentina y la lucha entre árabes y judíos que ensaya la guerra fría. Posiblemente el final (haría falta aquí un spoiler) justifique levemente esta conversión de trilogía en tetralogía. O tenga una explicación más poética: tetralogía, como El Anillo de los Nibelungos.
Gunther cuenta todas sus aventuras en primera persona y con cierto tono burlón. Ya dijimos en otra ocasión que los detectives que se precian son ellos y su ciudad. Kerr realiza un exhaustivo repaso del Berlín de la preguerra, de la Viena de la posguerra inmediata (con los mismos efluvios que rodean El Tercer Hombre) y el Munich de 1949. Recorremos las ciudades y los campso alemanes –los de siega de cereal y los de siega humana- siguiendo un íntegro mapa de cafés, museos, callejones de mala muerte, sótanos policiales, chalés, casas de playa, bases norteamericanas y mansiones de aristócratas e industriales que llevan la cruz gamada en la cartera. Kerr tiene esa habilidad de colmarnos como guía sin aburrirnos.
A pesar de su pose de detective clásico norteamericano, rezuma a Marlowe-Bogart muchas veces, Bernhard Gunther es un personaje de su tiempo que refleja las múltiples contradicciones de la sociedad alemana. Resulta especialmente trágica la descripción de la capitulación y sus consecuencias: la miseria de la derrota (ejemplificada en una de sus mujeres, Kirsten, que intercambia felaciones a oficiales norteamericanos por café, mantequilla, leche condensada…), del país derruido, los colilleros y los chivatos, de los en otro tiempo orgullosos edificios convertidos ahora en fantasmales moles ennegrecidas a punto de derrumbarse… y el recuerdo tenebroso de los campos de concentración, los conciudadanos desaparecidos en sospechosas circunstancias -como Inge, uno de sus amoríos-, la podredumbre moral y física que atenazó Alemania –y medio mundo- durante aquellos infelices años.
Las amistades de Gunther, siempre peligrosas, le llevarán a compartir mesa, despachos o reuniones secretas con jefes del Partido Nazi y estrellas emergentes del régimen. Pero ello no le librará de una estancia en Dachau. Nebe, Heydrich, Rahn, Eichmann, figurones y segundones de las SS personifican la maldad y el ansia de poder, el sueño terrible, en fin, de la Alemania nacionalsocialista. El escocés Philip Kerr tiene el alabado gusto de mostrar el asesoramiento histórico de sus novelas en unas notas finales. No es imprescindible: creemos lo que nos cuenta, la honestidad de Gunther nos enseña el camino. Sin embargo, para aquel entusiasta de qué de verdadero hay en las novelas de escenario histórico, quedan satisfechas sus aspiraciones.
Hay otra novela -una joya-, La hora estelar de los asesinos del checo Pavel Kohout (1928), que entronca directamente con la “trilogía” de Philip Kerr. Allí son un decente y joven subinspector de la policía de Praga, Jan Morava y un desengañado oficial alemán, Edwin Buback, quienes se enfrentan a la búsqueda de un asesino en serie en la ciudad del Moldava a punto de caer en poder del Ejército Soviético. Podemos imaginarnos en aquel mismo ambiente a nuestro Bernhard Gunther. No haría mal papel en las manos maestras de Kohaut.
Por cierto, Kerr anuncia una quinta entrega de Berlín Noir. Honremos a las trilogías de más de tres. Estamos de suerte.
A pesar de su pose de detective clásico norteamericano, rezuma a Marlowe-Bogart muchas veces, Bernhard Gunther es un personaje de su tiempo que refleja las múltiples contradicciones de la sociedad alemana. Resulta especialmente trágica la descripción de la capitulación y sus consecuencias: la miseria de la derrota (ejemplificada en una de sus mujeres, Kirsten, que intercambia felaciones a oficiales norteamericanos por café, mantequilla, leche condensada…), del país derruido, los colilleros y los chivatos, de los en otro tiempo orgullosos edificios convertidos ahora en fantasmales moles ennegrecidas a punto de derrumbarse… y el recuerdo tenebroso de los campos de concentración, los conciudadanos desaparecidos en sospechosas circunstancias -como Inge, uno de sus amoríos-, la podredumbre moral y física que atenazó Alemania –y medio mundo- durante aquellos infelices años.
Las amistades de Gunther, siempre peligrosas, le llevarán a compartir mesa, despachos o reuniones secretas con jefes del Partido Nazi y estrellas emergentes del régimen. Pero ello no le librará de una estancia en Dachau. Nebe, Heydrich, Rahn, Eichmann, figurones y segundones de las SS personifican la maldad y el ansia de poder, el sueño terrible, en fin, de la Alemania nacionalsocialista. El escocés Philip Kerr tiene el alabado gusto de mostrar el asesoramiento histórico de sus novelas en unas notas finales. No es imprescindible: creemos lo que nos cuenta, la honestidad de Gunther nos enseña el camino. Sin embargo, para aquel entusiasta de qué de verdadero hay en las novelas de escenario histórico, quedan satisfechas sus aspiraciones.
Hay otra novela -una joya-, La hora estelar de los asesinos del checo Pavel Kohout (1928), que entronca directamente con la “trilogía” de Philip Kerr. Allí son un decente y joven subinspector de la policía de Praga, Jan Morava y un desengañado oficial alemán, Edwin Buback, quienes se enfrentan a la búsqueda de un asesino en serie en la ciudad del Moldava a punto de caer en poder del Ejército Soviético. Podemos imaginarnos en aquel mismo ambiente a nuestro Bernhard Gunther. No haría mal papel en las manos maestras de Kohaut.
Por cierto, Kerr anuncia una quinta entrega de Berlín Noir. Honremos a las trilogías de más de tres. Estamos de suerte.
(Posteriormente a la publicación de este post sería publicada Una llama misteriosa, en la que el protagonista se exilia a la Argentina pronazi y peronista).
La serie de Bernhard Gunter (Berlín Noir):
Violetas de Marzo, RBA, 2007
Pálido Criminal, RBA, 2007
Réquiem alemán, RBA, 2007
Unos por otros, RBA, 2007
Violetas de Marzo, RBA, 2007
Pálido Criminal, RBA, 2007
Réquiem alemán, RBA, 2007
Unos por otros, RBA, 2007
Una llama misteriosa, RBA, 2008
Si los muertos no resucitan, RBA, 2009
Gris de campaña, RBA, 2011
Gris de campaña, RBA, 2011
Otras novelas del autor:
Una investigación filosófica, Anagrama, 2002
El segundo ángel, Debolsillo, 2002
Otras novelas con nazis y detectives:
El buen alemán de Joseph Kanon, RBA, 2006
La hora estelar de los asesinos de Pavel Kohout, Alianza Editorial, 2006
Patría de Robert Harris, Debolsillo, 2004
Berlín 1945 de Pierre Frei, RBA 2007
El buen alemán de Joseph Kanon, RBA, 2006
La hora estelar de los asesinos de Pavel Kohout, Alianza Editorial, 2006
Patría de Robert Harris, Debolsillo, 2004
Berlín 1945 de Pierre Frei, RBA 2007
(Junio 2008, Alfonso Salazar. Actualizado, diciembre 2011)