Zygmunt Bauman y Thomas Leoncini
Paidós
Barcelona
2018
LEER EN LOS DIABLOS AZULES
Thomas Leoncini trae la voz de Zygmunt Bauman. El filósofo dejó este mundo licuado hace algo más de un año, mientras estaba trabajando en un interesante diálogo intergeneracional que tenía por corresponsal a Thomas Leoncini, sesenta años más joven que él. Este diálogo -inacabado, como todos los diálogos que no terminan mal- se estructura en tres temas traídos a la mesa del mayor por el joven: las transformaciones en la piel, transformaciones en la agresividad y transformaciones en el sexo y el amor. Es decir, temas de actual reflexión como la cirugía plástica, los tatuajes, el acoso escolar o las relaciones amorosas y sexuales a través de la vivencia virtual y electrónica.
A todas ellas, el viejo da respuesta muy joven, pero con conocimiento del pasado y entronque en las culturas de otros y en la propia, pero olvidada. El diálogo, que pretendía trazar ese puente entre generaciones queda suspendido ante la irresistible juventud del filósofo polaco, porque Leoncini asume el papel del joven, del representante de la juventud, sin caer en la cuenta de que hay jóvenes y jóvenes como hay viejos y viejos, y si no queremos caer en el tópico de que la edad está en el espíritu sí debemos apreciar que hay comportamientos muy viejos en la juventud y comportamientos muy jóvenes entre los ancianos. Eso, Bauman lo sabe. La generación líquida somos todos, o casi todos.
El primer tema incide en tatuajes y cirugía estética con el trasfondo de la moda. Leoncini se explaya en el planteamiento al maestro, se fundamenta en la moda juvenil soportada en datos sobre tatuados, segmentos de población y edad. Bauman, con alta comprensión, remite al sentido ritual del tatuaje y abre al discípulo las puertas del campo de la reflexión entre la comunidad y la identidad. Este diálogo culmina con la aparición en la sala de conversación de la sociedad de consumo, el estatus y la riqueza.
El segundo tema trata en torno al acoso escolar donde Leoncini apuesta por plantear testimonios al maestro, y aún más, casos particulares. Bauman afronta el tema desde la tensión entre agresividad y proceso civilizatorio de Elías y el concepto de la decadencia occidental, sacando la reflexión del campo personal, individualizado, del acosado y las motivaciones del acosador. Bauman no lo entiende como caso a caso sino como una manifestación extensa en tiempo y espacio. Cuando se ve obligado a personalizar, incluso en su propio ejemplo, acosado como niño judío en un colegio polaco, no hace más que volver a la identidad del nosotros frente a ellos, como reverso de una moneda y al sempiterno malestar existencial. A partir de ahí, Bauman reflexiona sobre el mal.
El tercer tema se adentra en “la decadencia de los tabúes en la era del comercio electrónico sentimental”, es decir, cómo la tecnología ha influido y modificado las relaciones sexuales y amorosas en la actual sociedad líquida. El discípulo Leoncini aquí deja a un lado datos y testimonios para abundar en sus recuerdos personales. La introducción del joven es amplia y aunque el viejo Bauman la elogie como breve y sintética deambula preguntándose qué es internet o cómo influye el anonimato en el comportamiento. Para Bauman la red prometió algo que no ha hecho, una segunda vida “en un hábitat ideal, político u democrático”, pero mundo online y mundo offline coexisten y si bien viven en ámbitos normativos y normalizados distintos y distantes, transfieren comportamientos de uno a otro, se mimetizan y se confunden. “Los seres humanos del siglo XXI son de dos mundos” dice el viejo maestro. En el mundo online se siente el poderío, el dominio, el ajuste del mundo a la medida que uno quiere. Pero todo es amarga desilusión: internet no es un mundo de acceso a la información, al conocimiento, sino de salida y evasión, un lugar de refugio ante el mundo offline, desordenado y caótico, donde leer solo que queremos leer y escuchar solo lo que queremos escuchar. A la vez, sirve como mundo de la calumnia y la difamación, el cotilleo y la mentira.
Leoncini conduce el asunto hacia nuevas formas de matriarcado, las relaciones sexuales virtuales, el tabú del incesto. Bauman persiste en la incertidumbre, en el mal casamiento dialéctico de libertad y seguridad. El discípulo lanza una pregunta: ¿es el amor líquido un retorno a los orígenes de la sexualidad humana? Y esta ya, queda sin respuesta.
Alfonso Salazar