Hace unos días José Sánchez Montes nos invitó a ver un
documental sobre el que ha estado trabajando los últimos años, titulado “Mariano
Maresca: palabra a palabra”. Allí nos reunimos un grupo de personas, miembros
de la familia Maresca y otros, cuyo nexo común y fundamental era y es la
amistad o familiaridad con Mariano. Quien no conozca a Mariano Maresca no
conoce a una de las instituciones primordiales de la Granada de la transición,
un agitador intelectual del fin de siglo veinte y comienzos del veintiuno, un
referente en la izquierda menos servil. Es un intelectual en el sentido de
aquel que pone su intelecto al servicio de los demás. Durante más de cuatro
décadas prestó servicio a la Universidad de Granada, en el Departamento de
Filosofía del Derecho, y estuvo en todas las salsas culturales: las revistas
Olvidos de Granada y La Fábrica del Sur, la trastienda de la otra
sentimentalidad, fue columnista de El País, guionista de cine y televisión, presentador
de libros sobresaliente y promotor de tantas y tantas cosas que tuvieron que
ver en esta ciudad entre la música, el cine, la literatura y la reflexión.
Siempre empuñó el raciocinio, el argumentario moral, la necesidad ineludible de
no perder la postura ética, y la lupa brillante de una mirada crítica, competente.
Mariano tuvo hace unos años un ictus. Fue un mes de
noviembre como el que se nos anuncia, pero en 2011. Entonces, aquel cerebro que
tanto nos había sorprendido –sobre el que los amigos bromeábamos asombrados y
llamábamos “disco duro”, pues no había película cuyos datos no pudiera ofrecer
con fidelidad, canción cuya génesis desconociese o libro que no pudiese resumir
en cuatro frases y con acierto- digo que aquel cerebro sufrió un apagón. Sin
embargo, aquellas neuronas estaban acostumbradas a esfuerzos sobrehumanos desde
la infancia, y desde el misterio de la neurología emergió la capacidad del ser
humano que se sobrepone y comienza desde el principio a volver a andar sobre la
palabra.
Palabra a palabra, como titula Sánchez Montes, Mariano
Maresca volvió a la senda, pero de otra manera. Él lo define gráficamente como “la
vida de antes” frente a la vida de ahora, donde todo es algo más difícil, pero
es consciente del triunfo de la voluntad y la vida. Como amigos estábamos sorprendidos
con el resultado de sus esfuerzos. Me contaba no hace mucho cómo una noche, de
pronto, le llegó la comprensión del pensamiento de Locke, así como un chaparrón,
como si unas cuantas neuronas hubiesen enlazado a través de un difícil paso y hubiesen
recuperado ese filón de memoria escondido. Todos estamos orgullosos.
Jose ha tenido la paciencia y la visión clara de tomar nota con su cámara de todos esos avances, de montarlos y darles cuerpo, y a pesar de la rebeldía que pueda mostrar el homenajeado ante la crudeza de los ratos pasados y en virtud de su humildad, ha conseguido dejarnos para siempre la memoria de una batalla ganada a favor de la memoria. Gracias.
Jose ha tenido la paciencia y la visión clara de tomar nota con su cámara de todos esos avances, de montarlos y darles cuerpo, y a pesar de la rebeldía que pueda mostrar el homenajeado ante la crudeza de los ratos pasados y en virtud de su humildad, ha conseguido dejarnos para siempre la memoria de una batalla ganada a favor de la memoria. Gracias.
Alfonso Salazar, a punto de comenzar noviembre.
*La foto corresponde a los créditos del documental.