viernes, 12 de diciembre de 2008

DETECTIVES EN LA GUANTERA 07: FABIO MONTALE




Hay series de detectives donde la presencia de la ciudad lo domina casi todo. Lo hemos visto con Gunther y Berlín –y Viena-; con Brunetti y Venecia; con Carvalho y Barcelona; con Holmes y Londres; con Adamsberg y París; y comarcas como Scania para Wallander o la mítica ciudad de Vigátà para Montalbano. Pero Fabio Montale no sólo vive en Marsella, sino que Marsella es la verdadera protagonista de su trilogía.

Jean-Claude Izzo, el autor, era marsellés hasta el tuétano. Y el protagonista de Total Khéops, Chourmo y Soleá, Fabio Montale, también. De hecho hay en el charnego, escéptico y enamoradizo detective mucho de su autor. Marsella es una ciudad de aluvión, una vieja dama mediterránea, esquilmada por la Mafia, la incompetencia política y vestida con la nostalgia de esas ciudades que conservan el esplendor del pasado en sus ruinas. El autor y el protagonista son hijos de inmigrantes, gentes del sur, de España, Italia, Argelia… Crecidos en la muy republicana Francia, que se lamía las heridas de una Segunda Guerra Mundial, donde se le supuso victoriosa, cuando se lanzó a la carrera colonial para nutrir la grandeur, y que a finales del siglo XX se veía envuelta en la pez adiposa del Frente Nacional, la corrupción y la desesperanza.

Los barrios parisinos –Francia y París, así decía mi vecino: “Dos de mi hijos trabajan en Francia, el otro no, el otro trabaja en París-, los banlieu estallaron a principios del siglo XXI en un castillo de fuegos artificiales y coches ardiendo donde resonaban unos ecos extrañados del 68: era la miseria la que afloraba, no ya el deseo de cambio y revolución, sino la segregación a través de los años, el estancamiento étnico. Pero los pobres siguen siendo los mismos pobres y punto.

En ese inicio de la historia actual, esos años noventa que supusieron la asunción de la inmigración como fenómeno, la población inmigrante ya no era de mayoría europea, trasladada a Europa desde Europa, sino con una mayoría de otro continente buscando su parte de la felicidad. Fruto fue en gran parte del fermento del colonialismo -que sirvió para llenar las filas de los deportistas de élite franceses con hijos de los territorios de ultramar y las calles de hombres y mujeres desamparados-, que dejó la garganta del país atragantada y sin saber digerir.

Pero no sólo fue París. Marsella, la gran señora de la Provenza, también en provincias, es un ejemplo de mezcla, de caldereta variada. Allí es donde Izzo coloca a su sosias Montale, en los barrios casi derruidos sobre los que rapiñan las grandes inmobiliarias, en los proyectos de modernización de los puertos camino de convertirlos en parques temáticos, en un sistema donde cala el ordenamiento mafioso. Barrios desafortunados que persisten en su maltrato, intratables para los métodos tradicionales del Estado. El olvido echa unas raíces de tal profundidad que sobre la basura crece la basura con más fuerza. Olvido social.

Montale, aficionado al buen vino, enganchado al pastís, la gastronomía tradicional y el whisky, es en la primera novela un policía rebajado a los más difíciles suburbios, donde trata de negociar la vida con los expulsados del paraíso europeo, ese que casi siempre está en el septentrión. Defraudado, no podrá seguir en el Cuerpo. Porque además recaen sobre él la historia del barrio, como una losa, la mismísima historia de Marsella. Los amigos desaparecidos, los atracos con muerte en farmacia, niñas violadas, putas antillanas que le dan cariño, periodistas perseguidos, amables viejos, amigas de la juventud que son amores imposibles, mafiosos pudientes con restaurán, camellos sin futuro.

Hay un pesimismo europeo que recorre la trilogía de Marsella. La pérdida final de confianza en una organización social saludable. Los palos del sombrajo de la liberté, egalité y fraternité han sido barridos por el temporal de la posmodernidad. La política hizo el resto. El panorama es desquiciante y los personajes de Izzo habitan ese inframundo de los sentimientos y la pérdida ideológica. Aunque Marsella conserve su luz inalterable, su belleza de puerto griego de focidios, de cala histórica, venerando el día de la llegada del cuerpo yacente y hermoso de Rimbaud o la leyenda de Protis y Gyptis. Y en el paisaje la animosidad de sus barrios tradicionales, la calma del pequeño paraíso en Les Goudes, donde Montale habita una cabaña. El tráfico insoportable de sus rondas y avenidas, el azul del mar que puede dañar la vista, las islas frente al puerto. Y la poesía. Izzo, también poeta, destila en su trilogía continuas referencias, que hasta los gañanes conocen. Los poemas de Louis Brauquier, marino; o los ritmos de rap que asolan los suburbios marselleses –y que dan título a la primera novela. La poesía se desliza entre copas de pastís y mauresque, vino de Cassis y chupitos de Lagavulin.

Nada es ajeno: ni los incendios mediterráneos de verano. Pero en la trilogía de Montale, es la presencia del mar la que se convierte en una constante. No podía ser menos tratándose de Marsella. Montale pesca, vive noches en el mar, prepara las doradas a la brasa los domingos. Incluso en el mar suceden las tragedias. Y del mar provienen la mayoría de los personajes y las cosas: del Magreb los barbudos con el Corán bajo el brazo –muchos de ellos junto a una 9 mm-, los cargamentos de estupefacientes, los ilegales, los naúfragos, los tesoros, los amigos retornados de Djibuti, Santo Domingo, Numea, Indochina.

Pero como dice IAM –un grupo de rap-, y asume el propio Izzo, “las dos plagas de Marsella son el caballo y el Frente Nacional”. Las conspiraciones islámicas quedan en pañales frente a las confabulaciones de la Mafia y la Camorra con los delincuentes locales, la policía, los políticos más allá de la derecha y la internacionalización de la economía criminal, en competencia.
Marsella, Izzo y Montale forman las tres columnas de un formidable pórtico. Un canto a la belleza de las ciudades del Sur y sus podredumbres. Son a menudo amores secretos los que se comparten con una ciudad, lo dijo Camus. Un argelino.

La serie de Fabio Montale:
Total Khéops, Akal, 2007
Chourmo, Akal, 2004
Soleá, Akal, 2005

Para más información:
http://fabiomontale.free.fr/
http://es.wikipedia.org/wiki/Jean-Claude_Izzo
http://www.jeanclaude-izzo.com/

Octubre 2008, Alfonso Salazar.

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