Volver a lo de siempre,
inaugurar de nuevo eso que permanece
como si no estuviera,
un mapa sumergido, la vuelta hacia unas horas
en las que siempre has habitado.
Adivinar, en ese trazo en blanco
que queda entre las líneas borradas,
todo lo que has fundado:
un perfil, un lugar, un calendario,
las muecas que dejaste
y que ahora te sostienen:
un destino, un origen, un trayecto,
todo eso que termina o que comienza,
indiferente.
Saber que la única enseñanza
de un tiempo repetido de mudanzas
es que nada se pierde, que todo permanece,
que no se recupera nunca nada.
Adivinas y sabes, reconoces.
Vuelves a lo de siempre después de lo siempre.
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