Veo la "La voz dormida" -me perdone, esté donde esté, Dulce Chacón por no leer el libro, pero le agradezco a Benito Zambrano, mucho, la película-, y no siento rabia siquiera. Siento la gran vergüenza de haber nacido en un país donde pasó eso, donde los juicios eran un chiste malo de coñá malo, donde la rabia se guardaba en todos los bandos, donde terminó una guerra y no hubo ni pizca de caridad cristiana entre los cristianos -siquiera, los buenos cristianos, que un día dirán de una vez-, y donde más de medio siglo después no hay valor para reconocer que aquí hubo una selectiva eliminación de personas tras la victoria del año 39.
Se cierra la película con unas acertadas palabras de Antonio Machado: Para los estrategas, para los políticos, para los historiadores, todo está claro: hemos perdido la guerra. Pero humanamente, no estoy seguro... Quizá hemos ganado.
Y pasarán los años, pero hasta que no exista la asunción y responsabilidad por parte del Estado Español, -del que todos formamos parte-, de que eso pasó y nos dejemos de paños calientes, la cicatriz no aparece: mi abuelo pudo estar en un batallón de fusilamiento de 1941 y no se ha pedido perdón. Por si acaso, pido perdón. Háganlo. Al fin.
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A mí me sigue doliendo. Me duele el miedo y la rabia de mis mayores. Me duele el "Caperucita Encarnada" de mi abuela. Me duele el que no se haya reparado nada ni se haya pedido perdón. Me duele que ni se va a reparar nada ni se va a pedir perdón jamás. Me duelen las personas que no saben dónde llorar a sus seres queridos. Me duele la humillación continua de los represaliados Me duele la pena de los exiliados y el miedo de los que quedaron aquí. Me duele, y espero que a mis hijos también les duela. Y a sus hijos. Si algún día deja de doler, querrá decir que no hemos sabido transmitir el cariño y el respeto que sentimos por nuestros abuelos que nos transmitieron nuestros padres, aunque no los hayamos conocido. Me duele y no les perdono, porque no se lo merecen. Ojalá existiera el infierno para que ardieran allí por los siglos de los siglos, pero ni ese consuelo tengo.
ResponderEliminarGracias, Solete.
ResponderEliminarNo hace mucho que yo también vi esta película, Alfonso. Ciertas críticas, de ciertos diarios, ("otra película más sobre la Guerra Civil", "maniquea", "hay algo de falso en ella"...) me dieron el contrapunto para que deseara verla con más ganas, y no me ha defraudado. Duele verla, pero hay que verla con los ojos bien abiertos. No hay olvido, como no ha habido ni un gramo de justicia. Y de perdonar, ¿a quiénes?, ¿a los que nunca han sentido el deseo de pedir perdón?, ¿a los que se mean en cada cuneta cuando oyen hablar de Memoria Histórica? Ya no. Contra esos, sólo cabe cabalgar y cabalgar, hasta enterrarlos en el mar. Salud.
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