En 2009, la muerte de Claude Lévi-Strauss me pilló leyendo una polémica que tuvo con Vladimir Propp allá por 1960-1964, con motivo de la publicación de la primera traducción del ruso al inglés del libro Morfología del cuento, editado en la URSS en 1928. Lévi-Strauss se sorprendió al descubrir que un folklorista (y antropólogo, y lingüista) treinta años antes, había ya desguazado el cuento y hallado un método científico, las funciones, que el propio Strauss ya hubiese querido para sí, para la interpretación ya no solo del Cuento, sino del Mito.
No voy a entrar en el fondo de la discusión que se trajeron entre estos dos pensadores, que andaban por la cincuentena (bien larga en el caso del petersburgués) y tenían la maquinaria mental a toda maquina. Pero sí quiero señalar cómo el bruxellois quiso a través del texto de Propp diferenciar el formalismo del estructuralismo, como si quisiera quitarse de en medio cierta herencia incómoda y vacua, y cómo Vladimir no se tomó nada bien el alegato de Claude de 1960, aunque este, en el fondo, lo que hace en su artículo es un elogio, tardío, pero agradecido a un antropólogo cuyos estudios no salieron de la Unión Soviética hasta muy tarde y que iban tres pasos por delante de los que, en ese campo concreto, se hacían al otro lado de la cortina de hierro.
Sin embargo, lo que era concienzudo trabajo en Propp podría ser hermoso lienzo de palabras y colores en Lévi-Strauss, con suertes aritméticas y metáforas cargadas de futuro. Es curioso contemplar, en esta edición de la discusión que editó Fundamentos en 1972 cómo el ego de ambos autores se sintió herido: el del franco-belga ante el hallazgo de un tipo que avant-la-lettre había utilizado el estructuralismo; el ego de Propp en lo que entendió como una ferrosa crítica, cuando subyacía el elogio inocente, casi celoso del francés. Por la respuesta de Propp de 1964 no queda claro, en el propio texto editado por Fundamentos, en qué idioma leyó el ruso el artículo de Strauss, ni por qué medio.
La cuestión es que la muerte de Lévi-Strauss me pilló leyendo esta trifulca y ahora lo he releído: no me sustraigo a publicar el breve apunte del post scriptum que dio al artículo defensivo de Propp, traducido por José Martín Arancibia.
"Indudablemente, cuantos han leído el estudio que dediqué en 1960 a la obra profética de Propp tienen que haberlo entendido como lo que pretendía ser: un acto de agradecimiento hacia un gran descubrimiento que precedió en un cuarto de siglo a los intentos de otras personas y míos, en la misma dirección.
Por eso he visto con sorpresa y amargura que el estudioso ruso, cuya merecida celebridad pensaba haber contribuido modestamente a granjeársela, ve en el escrito algo muy diferente: no la discusión, con el respeto debido, de ciertos aspectos teóricos metodológicos de su obra, sino una agresión llena de malicia.
Me abtendré de iniciar con él una polémica sobre este punto. Es evidente que motejándome de filósofo puro, demuestra ignorar mis trabajos etnológicos, y un útil intercambio de opiniones habría debido basarse en nuestras respectivas contribuciones al estudio e interpretación de las tradiciones orales.
No obstante, cualquiera qye se ala conclusión que saquen de esta confrontación los lectores mejor informados, la obra de Propp conservará, ante sus ojos y los míos, el mérito imperecedero de haber sido la primera."
Elegancia, sin duda.
Alfonso Salazar
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