El 1 de marzo de 2008 el Barcelona visitaba el Vicente Calderón. Mediada la primera parte el club catalán alcanzaba el liderato. Ronaldinho había hecho crujir el Manzanares con un golazo de chilena. El Madrid parecía un equipo que por fin se iba a hundir. El Gaúcho parecía resurgir de sus cenizas. La segunda parte hizo que el Barça atravesase finalmente el espejo. Se marchaba con una derrota por 4-2 y dejaba al Madrid como líder, tras remontar en Huelva.
A partir de aquella jornada 26 de la liga 2007-2008 comenzó un calvario blaugrana. ya sabemos como terminó el asunto: con Ronaldinho saliendo con su sonrisa infeliz por la puerta de atrás, Deco con los galones perdidos y Eto´o en un salgo me quedo que duró hasta septiembre.
Esta vez ha sido la jornada 25, el mismo día y un año después. Aún el Madrid no está por encima, pero han saltado las dudas. Aquel equipo invencible de hace menos de un mes se dejó el control del partido en el Calderón, aunque empezase como un año antes, pero con un golazo de Henry esta vez, que podría competir con la chilena de Ronaldinho.
Hay grandes diferencias: si bien fue extraña la impresionante primera vuelta del Barcelona, que sorprendió a España, Europa y medio mundo, esta temporada el equipo tiene mimbres para levantarse -como dice Guardiola. No se trata del fin de un ciclo, de aquellas boqueadas del 1 de marzo de 2008. Debe ser el principio de una nueva era que ha pecado de fanatismo. Sin embargo, ha bastado esa primera vuelta de esplendor para que cualquier equipo sepa cómo afrontar el juego azulgrana. Secar a Xavi, atacar la banda de Alves - que para nuestro placer siempre atacará mejor que defender- y atar en corto a Messi. Henry y Eto´o pueden hartarse de correr. Ya los pararán los centrales. Con el centro del campo maniatado, Touré tiene que multiplicarse. Quizá habría que pensar, en algunos momentos en dejar que el rival jugase la pelota y demuestre qué sabe hacer. Liberaría al centro del campo creativo, posibilitaría la llegada de la línea de controcampistas y explotaría las condiciones de la delantera. Pero este Barcelona no sabe, ni quiere, jugar sin balón. Esa es la filosofía bruja.
Y un dato escalofriante: ocho goles encajados en tres partidos supone un gol y pico cada 45 minutos. Hasta ese momento sólo habían encajado dieciseis en veinte y dos partidos, un tercio de gol cada 45 minutos, esto es, que la defensa ha cuadriplicado sus agujeros. Y eso que jugaban Puyol y Márquez.
A partir de aquella jornada 26 de la liga 2007-2008 comenzó un calvario blaugrana. ya sabemos como terminó el asunto: con Ronaldinho saliendo con su sonrisa infeliz por la puerta de atrás, Deco con los galones perdidos y Eto´o en un salgo me quedo que duró hasta septiembre.
Esta vez ha sido la jornada 25, el mismo día y un año después. Aún el Madrid no está por encima, pero han saltado las dudas. Aquel equipo invencible de hace menos de un mes se dejó el control del partido en el Calderón, aunque empezase como un año antes, pero con un golazo de Henry esta vez, que podría competir con la chilena de Ronaldinho.
Hay grandes diferencias: si bien fue extraña la impresionante primera vuelta del Barcelona, que sorprendió a España, Europa y medio mundo, esta temporada el equipo tiene mimbres para levantarse -como dice Guardiola. No se trata del fin de un ciclo, de aquellas boqueadas del 1 de marzo de 2008. Debe ser el principio de una nueva era que ha pecado de fanatismo. Sin embargo, ha bastado esa primera vuelta de esplendor para que cualquier equipo sepa cómo afrontar el juego azulgrana. Secar a Xavi, atacar la banda de Alves - que para nuestro placer siempre atacará mejor que defender- y atar en corto a Messi. Henry y Eto´o pueden hartarse de correr. Ya los pararán los centrales. Con el centro del campo maniatado, Touré tiene que multiplicarse. Quizá habría que pensar, en algunos momentos en dejar que el rival jugase la pelota y demuestre qué sabe hacer. Liberaría al centro del campo creativo, posibilitaría la llegada de la línea de controcampistas y explotaría las condiciones de la delantera. Pero este Barcelona no sabe, ni quiere, jugar sin balón. Esa es la filosofía bruja.
Y un dato escalofriante: ocho goles encajados en tres partidos supone un gol y pico cada 45 minutos. Hasta ese momento sólo habían encajado dieciseis en veinte y dos partidos, un tercio de gol cada 45 minutos, esto es, que la defensa ha cuadriplicado sus agujeros. Y eso que jugaban Puyol y Márquez.
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