Fa cinquanta anys,
sofria amb la carn forta de l’amor i la ràbia
els insults del treball; i l’esperança
d’una vida feliç la va fer creure
en el color de sang de les banderes.
Sols ha guanyat jornals i humiliació.
PERE ROVIRA
De pie, con los demás trabajadores;
segundo por la izquierda, los guantes desgastados
-mal guardameta para tantos goles
como encajó-, delgado
con los ojos muy verdes, pese
al blanco y negro ajado de la fotografía.
Enero del 57.
La Sierra de Cazorla. Mediodía.
Lo imagino después en el camión,
a lomos de un famélico Pegaso;
con la tibia fiambrera de latón,
fumando picadura de tabaco
y un sueño noble hirviéndole en la sangre,
chasqueando la lengua para no blasfemar,
el corazón hambriento como el cáncer
y unas ganas enormes de llorar.
Sean estos versos aquella puerta
que no supe cerrar cuando se fue. Que fluyan
por mis años su dignidad y fuerza.
Que mis canas merezcan ser nietas de las suyas.
Gracias, maestro. La cuarta estrofa sigue pareciéndome un chirriante monstruo de hierro y, a pesar de tanto tiempo, aún no le he conseguido nada decente. Trabajo en ello. Un abrazo.
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