miércoles, 1 de marzo de 2017

O

O
Alejandro Pedregosa
Cuadernos del vigía
Granada
2017

LEER EN LOS DIABLOS AZULES


O es un título redondo. O es una exclamación sin hache. Exclamación, signo de interjección sobre la cabeza, es la consecuencia de leer O, tras leer las historias de O. Alejandro Pedregosa vuelve al cuento en esta cuidada edición de la granadina Cuadernos del Vigía, que sigue apostando por armar una selección absoluta con vocación mundial de cuentistas españoles. O sirve también al autor para exponer un juego de títulos. Siempre acompaña un personaje, una referencia, una guía para el lector, un juego de conocimiento y evocación en el nombre de los protagonistas. A un lado el protagonista –el nombre-, al otro el alto concepto. Separados por la “o”. Todos plantean la propuesta disyuntiva que ocasiona una íntima conexión de conceptos. En la antigüedad, y no tan atrás, ese “o” ponía a un lado el título oficial y al otro el que lo hizo conocido pero oficioso. O bien planteaba un segundo miembro aclaratorio. En O se combinan en el primer término del título personajes o nociones del imaginario cultural –de un muy amplio catálogo- con conceptos abstractos y absolutos en el segundo, combinación que propone, desde el inicio, un reto al lector: hallar ambas proposiciones en el relato y descubrir las implicaciones de la mitología de los comunes con la solemnidad conceptual que expone el título de cada cuento.


En la colección hay dos temas que el autor trabaja con sobriedad, a veces saludable comicidad, casi siempre con ternura. Uno, donde engloba la ayuda, el sacrificio, el compromiso, el cuidado. Personajes que cuidan de otros personajes. Sacrificios y compromisos con el otro. Jacob que cuida de Esaú, La Santa que cura al pastor, Sócrates arrepentido cuida al joven ejecutor, Fermín quisiera cuidar de Gretel… en casi todos los cuentos aparece una pareja, una dualidad que son multitud suficiente y se encuentran engarzados en su inicio y en su final.

El otro tema principal se refleja desde la mayoría de los títulos: triunfa el derrocamiento de las palabras generales, de los altos conceptos: Monarquía, Patriotismo, Vasallaje, que quedan reducidos a la cobardía, la trampa, la locura y el miedo. Tras el “o” disyuntivo aparece el descenso a las realidades cotidianas de la pobreza, la fraternidad, la esclavitud, la represión.

Para Alejandro Pedregosa no es nuevo el arte de contar relatos, relatar cuentos. A sus varias novelas publicadas (A pleno sol, Hotel Mediterráneo y la dupla de la España negra Un mal paso y Un extraño lugar para morir) y sus libros de poesía, hay que sumar que desde hace varios años colabora en periódicos como Ideal, Hoy, Sur, El correo o El Diario Vasco con una tradicional serie de relatos, habituales de estío. En ellos es frecuente que utilice las referencias culturalistas con cierta socarronería recurriendo tanto a mitos de los ochenta -como la canción del verano-, o a culturalismos de a pie, en la sana pretensión de que lo mítico también se encuentra en la sencillez de la cultura popular.

Técnicamente sus relatos no se sustentan en el juego de la sorpresa sino en el fundamento de remover la conciencia y suscitar la emoción, cosa que el lector siempre agradece, invitado al juego de la inteligencia y la ironía. Los ambientes son cuidados, dibujados con esmero y precisión. El trabajo de minería que exige el cuento, la búsqueda de la intensidad y el rechazo de lo extenso baldío se manifiesta con evidencia, sencillez y sin presión alguna. Acérquense a la galería, entren por los vericuetos del cuento. Disfruten de las reencarnaciones de Don Camilo y Peppone, de Herodes y Jonás, de Mambrú, Electra, Celestina y Patronio. Personajes que proceden de los cuatro puntos cardinales de la memoria literaria, de la tradición bíblica, de la mitología, la filosofía y el cuento infantil. Ellos han obtenido una nueva vida, tres páginas donde poner su nombre y su acervo al servicio de otros, en la piel de personajes del día de hoy. Tres páginas para recuperar su vida marcada por el destino irreversible. Tres páginas para que usted recupere la sonrisa y la confianza en la literatura. Ponga la boca redonda y diga “O”.

Alfonso Salazar

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